Quienes Somos

Agrupación Extremeña de Alcorcón, es un colectivo cultural, filantrópico, democrático y sin ánimo de lucro que, basado en la libertad y la justicia, esta abierto a cuantas personas acepten los principios inspiradores de ésta.

Basados en estos principios, sus fines son:

Agrupar a extremeños y simpatizantes residentes en Alcorcón y en la Comunidad Autónoma de Madrid, que sientan, velen, protejan y defiendan todo lo que se relacione con la cultura, la ecología, la educación, el deporte, la sanidad, el voluntariado, y aquellos otros que tiendan a promover el interés general y social, siendo vehículo de solidaridad con los grupos más desprotegidos de la sociedad.
Historia

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El Día que Extremadura desperto su conciencia regional

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EL DIA QUE EXTREMADURA DESPERTO SU CONCIENCIA REGIONAL

 El primero de septiembre de 2.014, se conmemoro el 35 aniversario de la Gran Manifestación celebrada en 1.979 en Villanueva de la Serena contra la Autorización por parte del Gobierno de Unión del Centro Democrático, de la construcción de una Central Nuclear en Valdecaballeros.

Manifestación, que supuso un “HITO” de la lucha del Pueblo Extremeño contra la  mencionada Autorización, al considerar la mayoría de los ciudadanos de la Región que los Gobiernos solo se acordaban de Extremadura para su expolio, y no para crear un tejido agrario e industrial que pudiera parar la sangría emigratoria que estaba sufriendo.

Muchas fueron las presiones que debió recibir el Presidente,  Adolfo Suarez por parte de la patronal del Sector Eléctrico y de las grandes Corporaciones Financieras con intereses en las empresas eléctricas, para que un Proyecto que se venía fraguando desde el Franquismo, como era la instalación de una Central Nuclear en el Guadiana, recibiera la luz verde para su construcción en plena transición democrática cuando la sociedad española incluida la extremeña, estaba en el momento de mayor reivindicación social, que incluía la lucha contra la Energía Nuclear, y la construcción de nuevas centrales nucleares en España.

Las presiones que debió recibir el Presidente Suarez, nunca las conoceremos, lo que no se comprende muy bien, es que siendo como era, según la historia, un hombre sensato y moderado, autorizara la construcción de una segunda Central Nuclear en Extremadura, cuando ya se estaban construyendo los dos grupos de la de Almaraz, así como que la Región mantenía numerosas Centrales Hidroeléctricas en su territorio, tanto en el Tajo como en el Guadiana, con una potencia instalada de más de 2 millones de KW, que producían unos 5 millones de KW en un año húmedo, y cuando debido a su escasa industrialización Extremadura solo consumía menos de  un 10% de su producción eléctrica.

Pero además, se hace difícil de entender que autorizara la construcción de Valdecaballeros en plena Cabecera del Plan Badajoz, cuando el mencionado Plan que tenía como fecha inicial de terminación 1.965, se había retrasado oficialmente más de diez años, y cuando de las 89 fábricas, principalmente de elaboración y envasadoras  de productos hortofrutícolas,  que se preveían construir en el proyecto a lo largo de toda la Vega del Guadiana, para absorber el excedente de mano de obra agraria, se habían construido poco más de diez, lo que resultaba todo un profundo fracaso del Plan, y una nueva tomadura de pelo al pueblo extremeño.

Por otro lado, y como las desgracias no vienen solas, el 16 de junio de 1.979 según informaban las agencias de prensa, había comenzado a funcionar de manera definitiva el Trasvase Tajo-Segura.

A partir de ese día las aguas del Tajo empezaban a regar las huertas y los campos de golf del Levante,  mientras que en la provincia de Cáceres no se había puesto en regadío una sola hectárea de las prometidas, ni comenzado las obras de compensación recogidas en la Ley del Trasvase.

Ante tanto desagravio a Extremadura, los propios miembros del partido de Adolfo Suarez, la Unión del Centro Democrático, que gobernaban la Diputación Provincial de Cáceres, convocaron urgentemente  un Pleno para aprobar una nueva Moción contra el trasvase,  que terminaba diciendo: “Nuestra oposición rotunda a que se trasvase un solo litro de agua en tanto no se lleven a cabo en la provincia, todas las acciones compensatorias prevista en la Ley  del Trasvase de 1971”.

Tanto la Diputación Provincial de Badajoz, como la entonces Junta Preautonómica de Extremadura, apoyaron la mencionada moción, pero dicho apoyo tampoco sirvió para mucho, ya que en 1.980  el Diputado de la UCD por Cáceres,  Manuel Bermejo manifestaba: La mayoría  de las obra y proyectos estan sin ejecutar.  De un presupuesto final de 17.581 millones de pesetas, solo se han planificado obras por valor de 3.213 millones y hasta la fecha solo se han invertido 895, por lo que tan solo se había realizado el 5% de las obras comprometidas”.

 

En esa situación no es de extrañar que la emigración fuese la única válvula de escape que tenía el pueblo extremeño para salid del abandono y la postergación en que se encontraba la Región, lo que conllevaba al paro forzoso de sus ciudadanos.

Por ello, los años sesenta y setentaenta fueron una verdadera sangría emigratoria, estimándose que en la mencionada década abandonaron Extremadura unas 400.000 personas, lo que supuso que muchas comarca y pueblos quedaran prácticamente desiertos.

Por todo ello, cuando  la Dirección General de la Energía, según publicaba el Boletín Oficial del Estado del día 25 de agosto de………., resolvió autorizar la construcción de los Grupos Nucleares I y II de Valdecaballeros, en plena Cabecera del Plan Badajoz, una gran mayoría del  Pueblo Extremeño estallo de indignación y rabia, ya que considera que el Gobierno Central solo se acuerdan de Extremadura para su expolio e instalación de centrales nucleares, pero no para poner en marcha unos Planes de Industrialización y de modernización de su agricultura y ganadería.

Consecuencia de ello es, que nada más conocerse la autorización previa del Proyecto  por parte  del Gobierno, empezó a gestionarse un “Movimiento en Contra” en las comarcas de la Serena y la Siberia a través de:

- Las Comunidades de Regantes,

- La Comisión de Afectados,

- Y las Asociaciones de Amigos de la Tierra,  ADENEX y otros colectivos,  acordando crear la “Comisión de Defensa del Guadiana”.

Según el Boletín Oficial, la citada autorización, estaba prevista según  el Plan Energético Nacional, aprobado en el Congreso el 28 de julio. Y la Central se construiría en la margen derecha del río Guadalupejo.

 La instalación la componían dos unidades gemelas independientes equipadas cada una de ellas con un reactor nuclear del tipo BWR,  y una potencia nominal de 2.894 megavatios, suministradas por la empresa estadounidense General Electric.

Hidroeléctrica Española y Sevillana de Electricidad eran las sociedades propietarias de la central y responsables de su construcción y explotación. Y era a  ellas,  a las que se les daba la autorización.

La autorización tenía un plazo de validez de nueve años desde la fecha de la concesión. Y en el plazo de seis meses las sociedades responsables de la construcción deberían presentar, una versión actualizada de los sistemas de seguridad de refrigeración y eliminación de residuos radiactivos.

El proyecto inicial de la construcción de Valdecaballeros, fue solicitado en junio de 1.974, por Unión Eléctrica, Hidroeléctrica y Sevillana de Electricidad, cuando se encontraron con grandes problemas de rechazo popular en otros puntos de España, en otros proyectos, como el del Ebro.

Fue entonces cuando desempolvaron un anteproyecto denominado “Guadiana”, que habían presentado al Ministerio de Industria, que contemplaba la construcción de una Central Nuclear entre los pantanos de Cijara y Garcia Sola, pero sin definir el lugar de su emplazamiento.

Los criterios seguidos para la elección de Valdecaballeros, según el anteproyecto presentado, eran: la disponibilidad de agua para la refrigeración, y  la proximidad a los centros de consumo de Madrid y Sevilla, pues la parte de producción eléctrica que le correspondía a Hidroeléctrica, seria exportada a Madrid, y la de Sevillana a Andalucía.  Con lo cual una vez Extremadura como otras muchas veces a lo largo de su historia, asumiría el riesgo de algo, de la que no se iba a beneficiar; ya que la electricidad que produciría la Central, como sus emigrantes, seria para enriquecer a otras Regiones.

Sin embargo, y aunque lógicamente no lo exponían en su proyecto, los verdaderos motivos para su construcción en Valdecaballeros, no eran de índoles técnicas, sino política. Pues estaban convencidos que ninguna población de la “Siberia Extremeña” se iba a oponer al proyecto, sino que iba a ser recibido por los ciudadanos, como una fuente de empleo y riqueza para la comarca, ya que estaban completamente confiados en la mansedumbre y falta de conocimiento de los habitantes de la zona.

La Dirección General de la Energía, también debió de pensar lo mismo sobre la falta de conocimiento, ya que no solicito informe alguno, como era preceptivos a todos los pueblos que se verían afacetados por su ubicación, que eran todos los situados en las aguas abajo de Guadiana, limitándose a informar solo a los pueblos de alrededor de  la Central, que al parecer debieron de quedar muy  satisfechos con la información (nada independiente) que les dieron los directivos de la Central sobre la seguridad de la misma, y sobre todo de la gran creación de empleo que conllevaría su construcción.

En diciembre de 1.976, la Comunidad de Regantes de la Vega Baja, envió un escrito al Comisario Aguas del Guadiana, en el que entre otras cosas, le manifestaban:

-Que la Central pretende obtener una desorbitada cantidad de aguas, que conllevaría un grave perjuicio a la Cuenca del Guadiana y a las Comunidades de Regantes, sobre todo en los años de sequía. 

-Que no se ha sometido a Información Pública el Proyecto como es preceptivo, por lo que legalmente, la construcción de la Central sería ilegar.

-Que las compañías han comenzado las obras sin  tener las licencias oportunas.

-Que no se ha solicitado Informe a la Delegación de Agricultura, afectando cómo afecta a los cultivos de todo el Plan Badajoz.

Por todo lo cual, solicitaban que se paralizasen las obras, hasta que se conocieran los resultados de los diferentes estudios solicitados; ya que el Guadiana constituía la mayor riqueza de Extremadura, pues permitía el regadío de 97.645 hectáreas y ampliarse a otras 46.278 , según las ampliaciones prevista en el Plan. Siendo cuando menos un atropello construir una Central Nuclear en plena cabecera del Guadiana.

El abril del año siguiente, las compañías propietarias, se dirigieron también al Comisario de Aguas de Guadiana, para exponerle que tras el periodo de Información Publica abierto con motivo de la solicitud de agua para la Central, se habían  recibido numerosos escritos de oposición, pero la gran mayoría eran: inadecuados, adolecían de defectos o no era cierto en los que en ellos se decía. Por lo que le suplicaban se siguiera la tramitación del expediente, desechando los escritos de oposición por ser la mayoría extemporáneos o no ciertos.

Ante el cariz tan negativo que iban tomando los acontecimientos, el 27 de mayo de 1.977, se convocó por varios colectivos una “Marcha Verde Antinuclear” contra Valdecaballeros.

Es domingo, y los pueblos aledaños a la Central están controlados por la Guardia Civil, que muy disimuladamente prohíbe la salida de sus vecinos, bajo el argumento que la marcha está prohibida.

Igual sucede en las carreteras de acceso a la zona, donde una gran cantidad de militantes antinucleares y emigrantes venidos de Madrid y Cataluña son retenidos en sus vehículos por la Guardia Civil.

Muchos ciudadanos que han logrado saltar los controles se reagrupan e intentan llegar hasta la Central. Pero un gran dispositivo antidisturbios equipado con todo tipo de material impide su paso, por lo que hacen sentadas a lo largo de la carretera, y discuten que hacer, ya que hay partidarios de enfrentarse a los antidisturbios y llegar por la fuerza a la Central, mientras otros consideran que debido a la gran fuerza policial existente y que la tensión por minutos va en aumento, lo es mejor retroceder, ya que enfrentarse a los antidisturbios sería una batalla que podía tener graves consecuencias.

         Uno de aquellos jóvenes que estuvieron en la Marcha escribiría días después: “La marcha antinuclear más larga que había tenido lugar en nuestro País había terminado. ¿Comenzaba a despertarse Extremadura?. Más de 1.500 extremeños, salvando los controles de la Guardia Civil intentaron llegar a Valdecaballeros. Seguramente su intento sirvió para dar un aldabonazo y un empuje en las conciencias extremeñas, para que luche contra la Central Nuclear de Valdecaballeros”.

Por otro lado, en octubre de 1977 a petición de las Comunidades de Regantes de las Vegas Bajas,…………… Pedro Costa Morata emite un informe más social que técnico,  que comienza diciendo: “Que de todos los conflictos nucleares que asolan el país, Valdecaballeros se lleva la palma, por la cantidad  de irregularidades y de defectos que adolece.

Todo ello por el autoritarismo y los intereses de los tecnócratas, tapados por la corrupción administrativa de la Dictadura, que no han hecho otra cosa que actuar en beneficio del capital y de la gran empresa”

Después de analizar, los efectos perjudiciales que tendría para todos los regadíos del Plan Badajoz, y debido a la conciencia de la sociedad, sobre las consecuencias de la contaminación nuclear y los perjuicios que ello conlleva para la salud del ser humano. Sus productos tanto naturales, como envasados serian rechazados por estar regados con posible agua contaminada.

E igualmente hacia una exposición detallada, de otras consecuencias negativas que tendría sobre el medio ambiente, como son entre otras: las transformaciones climáticas  y ecológicas que la central supondría

Y terminaba diciendo el Informe: “La opinión pública extremeña ha sido engañada al carecer de una Información Veraz sobre Valdecaballeros. Y la administración ha colaborado a ese engaño al no informar a la población y al aceptar las prisas de los propietarios para obtener la autorización previa en un tiempo récor.

Antes la posibilidad de la revocación por parte del Gobierno de la Autorización previa,  debido a la oposición de la población, no solo de la comarca, sino de una gran parte de Extremadura.

En el mes de mayo las Compañías Propietarias de la Central, solicitaron  un dictamen jurídico al catedrático en derecho, Garcia Enterría sobre la mencionada posibilidad.

El catedrático en su informe entiende que: “Las autorizaciones previas son actos con capacidad jurídica, que otorgan a sus titulares derechos que tienen que ser reconocidos, y que las adjudicaciones juridicamente pueden ser revocadas, pero que dicha revocación conllevaría la correspondiente indemnización economica”.

Por otro lado, desde la llegada de la Democracia, y desde el mismo inicio de la transición, el Pueblo Extremeño influenciado mucho por sus emigrantes, empezó a expresar sus inquietudes autonomistas, así el 30 de julio de 1977 se constituyó la Junta de Parlamentarios con el objetivo de promover y constituir la Junta Regional de Extremadura, lo que tendría lugar el 13 de junio de 1978, siendo elegido Presidente de la misma, el diputado de UCD por la provincia de Badajoz, Luis Ramallo Garcia.

Mientras todo esto sucede,  el 15 de agosto, se convocó por la  Comisión de Defensa del Guadiana,    una manifestación en Badajoz capital, que fue recogida por el DIARIO YA al día siguiente como sigue:

Por primera vez, barricadas en Badajoz. 
 Seis mil personas, contra la central nuclear de Valdecaballeros    
 La bandera de Extremadura ondeó durante varias horas en el Ayuntamiento pacense.

 

Por primera vez en su historia, el pueblo extremeño ha levantado barricadas, y en Badajoz las fuerzas del orden público han arrojado balas de goma y botes de humo. Todo sucedía en Badajoz cuando ya se habían disuelto las casi seis mil personas que participaban en la primera manifestación antinuclear autorizada para protestar contra la instalación de la central de Valdecaballeros.

Del mismo modo, y también por primera vez el domingo, ondeó la bandera de Extremadura (verde, blanca y negra) en un organismo oficial. Un joven de unos diecisiete años, ayudado por otros manifestantes, escaló la fachada del Ayuntamiento para llegar hasta el balcón central, donde colocó la bandera, que, a las doce de la noche del domingo, aún permanecía, aunque a primeras horas de la mañana del lunes había desaparecido.

Los manifestantes se habían concentrado en la plaza de San Juan. Allí hablaron representantes de: Euskadi, Cataluña, Andalucía, de los emigrantes extremeños y de la Comisión de Defensa del Guadiana. Banderas dé Extremadura había a centenares, así como otras de Cataluña, Euskadi, y Andalucía.

Tras abandonar la plaza de San Juan, los manifestantes se. dirigieron a las cercanías del Gobierno Civil, donde se disolvieron poco después de las 14,30 horas. Fue entonces cuando un grupo de estos intentó y logró levantar barricadas en la plaza de Hernán Cortes, en las cercanías del Gobierno Civil, por lo que las fuerzas del orden actuaron con botes de gases de humo y balas de goma.

Previamente a la disolución de la manifestación, el gobernador Civil, señor Martín Caballero, recibió a una comisión de seis personas, a las que prometió trasladar al Gobierno la protesta del pueblo por la instalación de la central nuclear.

 Tal como  decimos  hubo numerosos: vascos, catalanes, andaluces, extremeños y numerosos emigrantes que entonaron la canción que más sonó: "Centrales nucleares, a la finca de Suárez".

Como continuación de la Manifestación, el lunes 26 de agosto son convocados por el Concejal del Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, Juan Serna a una Asamblea los alcaldes de la zona, los cuales acuerdan realizar un encierro, y la convocatoria para el domingo siguiente de una manifestación en Villanueva, para aprovechar el empuje de los emigrantes que están de vacaciones.

Esa misma noche ya se quedaron encerrados 18 alcaldes, numero que ira aumentando a lo largo de la semana hasta llegar a los 130, la mayoría del PSOE, pero también algunos de la UCD de diferentes pueblos de la Región, tanto de Cáceres como de Badajoz.

El domingo 1 de septiembre, Villanueva y los alrededores aparecieron tomada por las fuerzas de seguridad, incluida una compañía especial antidisturbios venida de Córdoba, con el objeto de  impedir que los extremeños participaran en la manifestación “Contra la Central” ya que había sido prohibida por el Gobernador Civil.

La Guardia Civil estableció controles en las carreteras de acceso al municipio, pero cuando los agentes daban el alto a los coches y autobuses, la gente se bajaba y andando por los caminos, muchos con la bandera “Verde, Blanca y Negra” llegaban a Villanueva siendo recibidos con aplausos por los allí concentrados.

 Tal fue el caos que se organizó en los accesos a Villanueva, que la manifestación se hubo de posponer para las 8 de la tarde. A esa hora unos 40.000 extremeños, según el diario HOY del día siguiente, venidos de todos los rincones de la Región y de España,  y después de recorrer varias calles, llegaban a la plaza del Ayuntamiento donde estaban encerrados los alcaldes.

Aquellas 40.000 almas en una  Manifestación No Autorizada en contra de la construcción de la Central Nuclear de Valdecaballeros, convirtieron a la misma en la más importante de la historia de Extremadura.

Muchos estudiosos de los movimientos sociales, dicen que aquel día de verano, Extremadura despertó su conciencia regional. Para otros como el sociólogo y Catedrático de la Universidad de Extremadura, Artemio Baigorri: “La lucha del pueblo extremeño contra la construcción de Valdecaballeros, fue un punto de inflexión en la Historia de Extremadura”.

 

Entrevistado Juan Serna, por algunos medios de comunicación les dice: “El Plan Nuclear del Gobierno, es un mal Plan, si se tiene en cuenta que para poder poner en funcionamiento dicho Plan, es necesario la prospección de uranio. Pues bien, lo quiere extraer tambien de Extremadura. De hecho ya funcionan en la Región dos extracciones: La Haba y la de Albala. Dos consorcios que se han regalado a la voracidad de la empresa Norte Americana, “Estándar Oil de Califonia”.

El Presidente de la Junta Preautonómica y diputado de UCD, Luis Ramallo Garcia, en una entrevista en Televisión Española tergiverso las motivaciones de las movilizaciones, pero para entonces la noticia ya habia trascendido a toda España e incluso a Europa.

La Junta Preautonómica, con mayoría de miembros de la UCD, mismo partido que gobernaba en España, tenia muchas dudas sobre qué hacer,  debido a la obediencia debida. Pero  antes las presiones de sus propios alcaldes y sobre todo de la ciudadanía, solicito al Gobierno que estudie la instalación de la central en otro lugar más idóneo.

Al presidente, Ramallo parece que no le molesta la instalación de la Central en Extremadura, lo único que le molesta eran más las formas que el fondo, ya que en los medios de comunicación manifiesto: “Siendo obligatorio el establecimiento de consultas previas con los interesados, nadie, se ha puesto en contacto con la Junta Preautonómica”.

Asustado el Gobierno Central de la repercusión tan negativa que estába teniendo el asunto en la opinión pública en general, y en la extremeña en particular, concedio una demora para iniciar su construcción oficial, y para que la Junta pudiera presentar los informes que considerase.

Ante tal demora, Ramallo considero un triunfo personal el aplazamiento, manifestando que era un día grande para Extremadura.

Pero el Ministro de Industria, ……… Bustelo le amargo la fiesta al contestarle en la prensa: “Que la central seguirá para adelante, y que durando el proceso de la construcción de una central una docena de años, poco importa esperar unas semanas para convencer a los extremeños de que no se van a intoxicar ni a envenenar”.

 

Y el día 25 de noviembre de 1979 en el DIARIO YA, el Ministro manifiesta su poderío y su falta de respecto a sus compañeros de la Junta Preautonómica, cuando a la pregunta del periodista, sobre la posibilidad del que el Informe de esta fuera negativo. Dice: “Estamos tan convencidos de que tenemos razón, que no dudamos que el informe será positivo, y si es negativo lo rebatiremos punto por punto y tendrán que estar de acuerdo con nosotros”.

En los informes que emiten las diferentes Consejerías, se puede ver la desintegración que estaba sufriendo la Unión del Centro Democrático, y la influencia que sobre algunas de esta Consejeria tiene el sector eléctrico.

Si no, no se entiende que Organismos perteneciente a un mismo Gobierno pudieran llegar a concusiones tan dispares.

Pues siendo la de Sanidad, por ejemplo la responsable de velar por la salud de los extremeños, es la Conserjería que menos condicionantes manifiesta para autorizar su construcción.

El informe que realiza es demoledor, ya que comienza diciendo que el progreso exige la utilización de fuentes de energía de recambio, y la nuclear es una de ella. Y continúa: “contrariamente a lo manifestado por la opinión pública, desde hace años, esta fuente de energía es una de las menos contaminantes”.

Y en cuanto a la peligrosidad, expone: “Que construida de acuerdo con las normas de seguridad exigible, emite menos radiaciones que cuando se mira diariamente un TV en color”.

Para terminar diciendo que: “Hay un estudio comparativo de la mortalidad producida por las distintas fuentes de energía, publicada en la revista “América Ciencia”, donde se documenta la inocuidad de la energía nuclear comparada con otras fuentes”.

Por su parte, la Consejería de Agricultura, emitiría un larguísimo Informe, alegando que la presencia de la Central en la Cabecera del Guadiana, constituiría un impacto negativo entre otros por los siguientes motivos: Temor de las habitantes de la zona, descredito de los productos agrarios producidos en el ámbito de su influencia, y dificultades para su comercialización.

Manifestando además, que el fuerte caudal solicitado por la Central, reduciría la posibilidad del incrementos de los nuevos regadíos recogidos en el Plan Badajoz, así como que en caso de sequía se plantearía un problema a los agricultores, ya que tendría preferencia la Central.

Y terminaba diciendo: “La posibilidad de accidente siempre existe y el medio agrario sufriría un impacto general, que por no estar lo debidamente analizado, se suele minimizar”.

En noviembre de 1.979, el Gobierno Autonomo, a través de su Presidente, se dirigía al Ministro de Industria para comunicarles que: La Junta se Oponía a la Resolución de dicho ministerio, por el que se concedía la construcción de la central Nuclear de Valdecaballeros, por tratarse de un riesgo para la Región y por no tener el Pueblo Extremeño las más elemental información en general y en particular sobre la seguridad de la misma.

Al mismo tiempo, que alegaba la marginación de la Junta en un tema que afectaba al pueblo extremeño, mientras que por el contrario el Ministerio había mantenido contantes reuniones con las empresas beneficiarias. Hecho que demostraba que se estaban sacrificando los intereses generales de los extremeños, por los intereses privados de las empresas eléctricas.

E igualmente manifestaba: que la documentación presentada sobre el alcance del riesgo nuclear, los daños agrícolas, sanitarios, y castratoficos eran insuficientes, y que la falta de información era con el objetivo de evitar la reacción de los afectados.

Y por último exponía: que el emplazamiento elegido, era un desprecio absoluto a la agricultura extremeña, ya que se vería afectado todo el Plan Badajoz, yugulando las posibilidades de crecimiento del sistema de regadíos y creando un riesgo muy alto de contaminación de los productos en el producido.

Por todo ello, la Junta solicitaba al Ministro de Industria, que anulara la Resolución por la que se autorizaba la construcción de la Central Nuclear de Valdecaballeros

Sin embargo, a pesar de la masiva manifestación de Villanueva, de la oposición de la Junta y de la lucha que siguieron manteniendo los diferentes colectivos a través de la “Plataforma en Defensa del Guadiana”.

 La central nuclear se siguió construyendo, pues sus dos propietarias: Hidroeléctrica Española y Sevillana de Electricidad querían que ante la situación de descomposición por la que atravesaba el partido del Gobierno, la UCD, y la más que previsible victoria del partido socialista, cuyos miembros de Extremadura estaban en contra de su construcción.

Hicieron todo lo que no está escrito para que llegado el caso su construcción estuviera lo más avanzada posible, para que su paralización fuera casi imposible.

Lógicamente uno de sus objetivos fue crear en la población de Extremadura en general, y en la de la comarca en particular una Opinión Favorable a su construcción, como generadora de empleo y riqueza. A tal fin solicitaron a todas las empresas subcontratadas fueran grandes o pequeñas, que todo el material que necesitaran lo deberían comprar en la comarca o en su caso en Extremadura, haciéndolo solamente fuera en el caso que no lo pudieran adquirir en la Región.

En cuanto a la contratación de trabajadores, deberían de seguir la misma pausa, así como que su número fuera el máximo posible, para que no solamente el paro fuera cero en la comarca; sino incluso que pudieran volver los emigrantes que lo desearan.

En el orden político,  el 8 de noviembre de 1980, la “Asamblea Extremeña” formada por los miembros de las diputaciones, senadores y diputados de la Región acordaron crear una Comisión que se encargara de redactar el Anteproyecto de Estatuto para Extremadura, quedando el mismo aprobado como Proyecto de Estatuto el 12 de diciembre de 1981.

Presentado el mismo para su ratificación en la Cortes, su tramitación parlamentaria se vio paralizada por la disolución de las mismas, y la convocatoria de las Elecciones Generales de octubre del 82, elecciones, que gano por una amplia mayoría el PSOE.

El domingo 8 de mayo de 1983, se celebraban las primeras elecciones autonómicas en la Historia de Extremadura para cubrir los 65 escaños de su Asamblea, en las cuales el PSOE con 292.696 votos y 35 escaños obtuvo la mayoría absoluta, seguido de lejos por Alianza Popular con 20 diputados, Extremadura Unida con 6 y el PCE que consiguió 4.

Un mes más tarde el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra era elegido Presidente de la Junta, convirtiéndose así en el primer Presidente de Extremadura.

El cambio de colorpolitico en el Gobierno de la Nación  con motivo de las Elecciones del 82, y la elección de un socialista como Presidente de la Junta de Extremadura, conllevo un soplo de esperanza para la posible paralización de la construcción de la central.

Pues el Partido Socialista tanto a nivel nacional como regional, habían llevado en sus respectivos programas electorales, el primero un Parón del Plan Nuclear, y el segundo la paralización y el cierre de la Central Nuclear de Valdecaballeros.

Solo seis meses después de su elección como Presidente, Rodríguez  Ibarra, declaraba a la prensa: “La Central de Valdecaballeros, puede no llegar a funcionar”.

Así lo recogía el DIARIO EL PAIS,  el  27 de diciembre:

 

La central nuclear de Valdecaballeros no llegará a ponerse en funcionamiento, según ha manifestado al diario HOY de Badajoz, el nuevo presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

"El gobierno no dará autorización para la puesta en funcionamiento de Valdecaballeros, entre otras cosas, porque, además de no ser necesaria la energía nuclear que produjera, hundiría la industria minera leonesa", ha señalado también. Agregó que desconoce cuál será el futuro de las obras llevadas a cabo en la central, cuya paralización ha sido continuamente pedida por los regantes de la cuenca del Guadiana, al ubicarse en la cabecera del plan Badajoz, que afecta a cerca de cien mil hectáreas.

En relación con la otra nuclear existente en territorio extremeño, Almaraz, Rodríguez Ibarra manifestó que permanecerá parada hasta que existan el máximo de garantías para su funcionamiento y que éste, según apreciación de los técnicos, nunca alcanzará, al cien por ciento de su potencia total.

Como se puede ver, desde el primer momento la Junta de Extremadura como Órgano Colegiado y personalmente Rodríguez Ibarra como Presidente,  se opusieron frontalmente a su instalación, aunque dicha oposición no estuvo exenta de tensiones tanto a nivel de partido, como entre el Gobierno de España y el de Extremadura, como lo describe el propio Rodríguez Ibarra en su libro “Rompiendo Cristales”:

“Valdecaballeros  era una cuestión, en primer lugar de coherencia. Se lo dije a Felipe Gonzalez, presidente del Gobierno: “Si no me cambias la estructura económica de Extremadura, no te admito la central nuclear”

Yo solo quería ser coherente. La región menos industrializada de España no podía tener, entre Valdecaballeros y Almaraz, la mitad de la potencia nuclear instalada en todo el Estado. No podía instalarse Valdecaballeros, porque era un sin sentido que los extremeños no entendíamos. Le puse a Felipe Gonzalez el ejemplo de la bombona y el huevo frito: “Oiga, si usted quiere que yo tenga la bombona de butano, con el riesgo que explote, por lo menos que el huevo frito me lo coma yo. No voy a tener yo la bombona para que, encima, el huevo frito se lo coman otros”.

Mi propuesta a Felipe Gonzalez fue que si me cambiaba la estructura económica de Extremadura, y además de las dos nucleares había un proceso de industrialización profundo yo admitiría Valdecaballeros. No quería dinero. Quería un plan de industrialización urgente para Extremadura.

Porque no era de recibo, que en una región, donde la industria brillaba por su ausencia, se convirtiera en la primera potencia nuclear española para abastecer de energía a otros territorios que si tenían una fuerte producción industrial.

El cambio de Gobierno en España en octubre del 82 supuso una suave brisa de esperanza para quien estábamos en contra de la central nuclear. Yo ya había expresado que el día que se abriera Valdecaballeros abandonaría la Presidencia de la Junta de Extremadura. Mi órdago era todo menos un farol. Sabía que nuestro poder era muy limitado frente a los intereses que sustentaban la construcción de la central. Además, el Gobierno Socialista sostenía y defendía que por encima de los intereses del partido o de los territorios estaba el interés general. Así me lo hizo saber Felipe Gonzalez: “Si España necesita que se abra la central nuclear de Valdecaballeros, no tenga dudas de que mi responsabilidad como Presidente del Gobierno me obligara abrirla”.

Me gusta, le conteste que un Presidente no se deje llevar por otros intereses que no sean los de España, pero ten la seguridad que si el Gobierno abre la Central, yo dimitiré como Presidente de Extremadura.

A lo que manifestó: “Esa es tu responsabilidad y me gusta que el Presidente de Extremadura esté dispuesto a defender los intereses de su región por encima de sus intereses políticos”.

Tuvimos que resistir todo tipo de presiones, incluidas las económicas, pues aquellos que defendían la instalación de la central eran muy poderosos. Pretendían convencernos con una Extremadura convertida en emporio de riqueza y prosperidad gracias a la nueva planta nuclear, que sería la gran solución para el futuro. Pero aquellos argumentos, que más que argumento parecían ensoñaciones, caían por su propio peso.

Los extremeños ya sabían  que no habría ningún terremoto empresarial, teníamos la prueba en la central nuclear de Almaraz, que estaba funcionado desde 1981 y que no había desarrollado en la región, ni ningún avance en la industria ni en la economía.

Una tarde de verano nos recibió Carlos Solchaga, Ministro de Industria del primer Gobierno Socialista. Me acompañaban Juan Serna, consejero de Obras Publicas y Eugenio Álvarez, consejero de Industria. Desde el primer momento, el ministro de comporto como un niñato mal educado. Estaba claro que no le gustábamos y que nos consideraba unos vulgares antinucleares sin sentido de la modernidad.

Pretendí cambia su impresión, le insistí que nuestra negativa a una nueva instalación nuclear no era ideológica, sino económica y sobre todo, por un mínimo sentido de dignidad para un pueblo que teniendo una estructura económica claramente agrícola, no podía albergar la mitad de la potencia nuclear de España.

Durante toda la entrevista, Solchaga como que no nos escuchaba, ejerciendo su papel de Ministro. Alardeo de que la solución estaba en sus manos y que como le caíamos bien, solo autorizaría un grupo de los dos que se estaban construyendo.

Al decirle que no aceptábamos ni un grupo ni dos. Cambio su paternalismo, para decir que vista nuestra actitud, autorizaría los dos. A la tercera vez que  repitió que autorizaría los dos, me levante del sofá que estaba sentado y le dije: “Mira Ministro, ¿sabes que te digo?. Que te vayas a tomar por el culo”.

Aquella noche Solchaga llamo a Felipe Gonzalez, para decirle que el Presidente de Extremadura había salido con la cara destemplada de su despacho, y que estaba seguro que dimitiría esa noche.

A mí me llamo Alfonso Guerra, para conocer lo ocurrido y mi decisión, pues al parecer  en Moncloa estaban convencidos que dimitiría. Le dije que dimitiría como había dicho tantas veces, cuando  se abriera Valdecaballeros. A lo que me respondió: “Entonces no vas a dimitir nunca”.

Estoy convencido de que si esa batalla la hubiéramos perdido, nuestra autonomía jamás habría alcanzado el nivel de respeto que ha ido consiguiendo a lo largo de los años. La derrota no hubiera significado solo mi dimisión; hubiera supuesto la derrota de la región. La historia autonómica extremeña hubiera sido otra si hubiera perdido el primer desafío que los extremeños nos impusimos colectivamente”.

A pesar de la batalla planteada por: los extremeños, por la Junta y personalmente por su Presidente,  la construcción de la Central, no solo seguía su marcha, sino que había aumentado el ritmo de trabajo, con el objetivo de que su paralización fuera materialmente imposible por el avanzado estado de las obras y el gran coste que supondría la indemnización.

Por ello, de nuevo el pueblo extremeño salía una vez más a la calle para demostrar al Gobierno de la Nación su oposición frontal a su puesta en funcionamiento.

El día 13 de mayo de 1983, el periódico EL PAIS informaba en sus electores:

Manifestación de 15.000 personas contra la central nuclear de Valdecaballeros

 

“Unas 15.000 personas convocadas por el PSOE y otras asociaciones políticas y ecologistas, según Europa Press, se manifestaron ayer en Villanueva de la Serena (Badajoz), para apoyar la decisión gubernamental de paralizar las obras de la central nuclear de Valdecaballeros. Mientras transcurría la marcha, un centenar de trabajadores permanecían encerrados en la iglesia de La Asunción, de la misma localidad, para pedir la continuidad de las obras. El presidente de la Junta de Extremadura acusó a grupos económicos de manipular a la opinión pública”.

 

A la vez que todo esto sucedía, tuvo lugar un conflicto laboral entre la Empresa AETEA y los sindicatos UGT y CC.OO, ya que la primera se negaba a negociar el Convenio para los 1.700 trabajadores que componían su plantilla. Por lo cual comenzaron una huelga intermitente de cuatro horas diarias, que fue contestada por la empresa con una suspensión de empleo y sueldo de 15 días para todos los trabajadores, lo que conllevo un encierro por parte de los dirigentes sindicales durante varios días en la Dirección de Trabajo en Badajoz.

Pero la huelga laboral en la mayor empresa que construía Valdecaballeros, era solo eso “un conflicto laboral”, ya que  el mayor problema en la construcción de la Central era otro.

El lunes 26 de diciembre de 1983, el periódico EL PAIS publicaba en sus páginas una noticia inquietante: “Cinco técnicos de la Central denunciaban inseguridad,  fallos en el proceso de construcción y falsedad en las inversiones”.

En la entrevista realizada por el periódico en Mérida, los técnicos manifestaban: Tememos por nuestra seguridad física, pero no nos importa afrontar el riesgo y denunciar que Valdecaballeros es un gran fraude al Estado.

No es cierto que se lleven invertidos 110.000 millones de pesetas en obre civil, como dice el Director de la central. Podemos demostrar que a 30 de junio de 1983 las certificaciones de las obras realizadas ascendían a 11.590 millones.

Igualmente exponían que según la documentación que tenían guardada en una Caja Fuerte de una Entidad Bancaria, el coste total de la construcción de la Central, no alcanzaba  ni por asombro la cifra de 500.000 millones de pesetas que decía  el Director.

Pero siendo graves las denuncias que hacían en el aspecto económico, más graves eran aun las que hacían en referencia a los trabajos técnicos.

Según estos cincos técnicos, que no debemos olvidad que trabajaban en la Central, los fallos en la construcción tenían unas consecuencias insospechadas. Fallos que eran conocidos e ignorados por la Dirección, y que afectaban entre otros a la soldadura de las tuberías, la instalación de piezas defectuosas, y al hormigonado en la vasija de los reactores.

Antes las mencionadas denuncias, la Dirección de la Central obligo a todos los técnicos a firmar un escrito contra dichas denuncias,  en el que exponían que toda la construcción de Valdecaballeros se adaptaba a las normas de seguridad exigidas, pero no aportaban ningún documento que echara para atrás las denuncias presentadas por los cincos técnicos.

Tampoco el Consejo de Seguridad Nuclear, realizo Informe alguno sobre las denuncias expuestas, a pesar de haber sido reclamado por la Junta de Extremadura. Limitándose a contestar que: “Las posibles anomalías en la Central Nuclear de Valdecaballeros estarían en los equipos convencionales y habían sido corregidas”. No entrando para nada en los posibles fallos en la construcción que denunciaban los técnicos.

 

Un año después de las mencionadas Denuncias, en 1984, el gobierno presidido por Felipe Gonzalez decretó la moratoria nuclear lo que supuso la paralización de las obras cuando el grupo I estaba finalizado al 80% y el grupo II al 60%.

  • El edificio 1 donde estaba alojado el primer reactor estaba casi totalmente acabado y listo para la realización de las pruebas nucleares sin combustible.
  • Y  el edificio 2 estaba totalmente construido a falta de completarlo con las instalaciones, la mayoría de las cuales estaban ya compradas y almacenadas.

Como curiosidad, decir que a pesar de la enorme  seguridad que tenía la Central, ante un posible atentado terrorista, a principio de los años 80, ocurrió un incidente que dejó atónitos a los responsables de la misma. Un buen día aparecieron en un basurero de París, cientos de planos de la Central Nuclear de Valdecaballeros.

Dos años después, de la Moratoria Nuclear y la paralización de las obras, la Central Nuclear de Valdecaballeros seguía no solamente suscitando debates en la Opinión Pública Extremeña, sino que incluso provoco la primera crisis política en la Junta de Extremadura.

El entonces Consejero de Obras Publica, Juan Serna manifestó a la prensa, que daba por hecho, que la insegura Central de Valdecaballeros podía abrirse una vez celebradas las elecciones autonómicas de 1.987.

La respuesta a estas declaraciones, no se hicieron esperar por parte del Presidente de la Junta, el día 5 de marzo, el Presidente llamaba al Consejero a su despacho, para comunicarle que estaba cesado.

En una rueda de prensa posterior, Rodríguez Ibarra manifestó que las declaraciones de Juan Serna respecto a la apertura de la Central, las debías por lo menos haber comentado antes con él o haberlas manifestado y expuesto oficialmente antes el Consejo de Gobierno como Consejero de Obras Públicas.

Y que en cuanto a lo manifestado por Juan Serna, de que Valdecaballeros podría abrirse después de las elecciones, lo negó rotundamente alegando además que el funcionamiento de la central Nuclear no dependía finalmente del Gobierno de Extremadura, sino del Central y que este en Consejo de Gobierno había acordado su cierre definitivo.

Exponiendo nuevamente, que él como había manifestado varias veces presentaría la dimisión si finalmente se abría Valdecaballeros, pero que estaba convencido que no llegaría a presentarla, porque Valdecaballeros nunca se abriría.

De la misma opinión era el Consejero de Industria y Energías, Antonio Rosas, quien antes las noticias de la existencia de un estudio por parte del Gobierno Central en el que se contemplaba la puesta en marcha de Valdecaballeros a partir de 1.993, manifestó, que se trataba de un intencionado Globo Sonda con afán intoxicador, para ver la reacción del Pueblo Extremeño y del Gobierno Regional, ya que el Plan de Paralización de Valdecaballeros se estaba cumpliendo según lo previsto, y que  además tanto el Gobierno Autonómico y el Partido Socialistas de Extremadura, tenían conocimientos que en caso de que en el horizonte de 1.992 aumentase la demanda eléctrica, se optaría por la energía eléctrica del carbón y no la nuclear.

Por lo tanto, para Antonio Rosas, no había razones para pensar que había habido un cambio de actitud por parte del Gobierno de Felipe Gonzalez, afirmando que la apertura de la Central de Valdecaballeros no se había vuelto a plantear por parte del Gobierno Central.

Opinión esta que no compartía el diputado nacional de Izquierda Unida, Antonio Romero quien en una visita a Mérida manifestó que: “Ni la mayoría socialista de la Asamblea de Extremadura, ni el anuncio de Ibarra de que dimitirá si se abre Valdecaballeros, no son fuerzas suficientes para garantizar el cierre total de la central”.

Ya que el Ministro de Economía, Solchaga y el de Industria, Aranzadi eran partidarios de su entrada en funcionamiento, más que el modelo de Centrales de Carbón, no era por el que ellos apostaban para el desarrollo del Plan Energético Nacional, a lo que se sumaba las elevadas indemnizaciones que habría que pagar a las compañías eléctricas en caso del cierre definitivo.

Pero los planteamientos del diputado de Izquierda Unida o no tenían consistencias o tenían como objetivo la intoxicación de la opinión pública, ya que poco tiempo después, el 1º de Mayo de 1.991 el diario ABC publicaba: “EL Gobierno se pliega al partido y decide un nuevo parón nuclear. Valdecaballeros no entrara en funcionamiento”.

Según el mencionado diario, las tesis del Partido Socialista Obrero Español sobre la energía nuclear habían vencido a la resistencia del Gobierno, y se habían impuesto al mantenimiento de la moratoria nuclear.

Ya que el Ministro de Industria, Claudio Aranzadi había manifestado que en el mejor de los casos no se construirían nuevas centrales nucleares hasta el próximo siglo, ya que el Gobierno apostaba por el Gas como materia prima, confirmando igualmente, que la Central Nuclear de Valdecaballeros no se abriría.

Y es que Valdecaballeros, se había convertido en el  eje principal de la campaña antinuclear del Partido Socialista tanto a nivel nacional como autonómico, en general y en particular del Presidente Rodríguez Ibarra.

La paralización total de Valdecaballeros fue una decisión y clara apuesta política del Guerrismo, frente a las tesis más liberales del gobierno de Felipe Gonzalez, representada entre otros por los ministros, Solchaga y Aranzadi.

La apuesta por el cierre definitivo de Valdecaballeros, no estuvo exentas de tensiones, tanto a nivel de Partido como de Gobierno, ya que su puesta en marcha se incluyó en la Propuesta que el Sector Eléctrico  presento al Ministerio de Industria como la alternativa más viable y económica para el nuevo equipamiento de la generación eléctrica que España necesitaba.

Veinticinco años después de su paralización, todavía seguía el debate en la opinión pública extremeña en general y en particular en Valdecaballeros, si mereció la pena ser antinuclear.

En diciembre de 2008, el DIARIO PUBLICO, hizo un reportaje para contestar a esa pregunta:

Valdecaballeros (Badajoz) evoca su pasado reciente con una mezcla equilibrada de orgullo y decepción. "Antes había mucho negocio. Pero ahora está muerto. Yo emigré cuando cerró la central, como la mitad de mi quinta. Todo ha bajado un 90%", cuenta Julio Sánchez, que regenta el bar de la piscina municipal. El pueblo, con una población menguante que apenas supera el millar de personas, ha perdido la prosperidad de los años en que 5.000 trabajadores armaban una central nuclear que nunca llegó a funcionar. "La paramos, y bien parada que está. Era mucho riesgo", afirma orgulloso Antonio, un jubilado de 74 años.

La moratoria nuclear de 1984, que también afectó a Lemóniz y Trillo, fue el principio del parón  del segundo proyecto nuclear en Extremadura, tras Almaraz. Chernóbil le dio la puntilla en 1986. A primeros de la década de 1990, se desestimó de forma definitiva y empezó el largo desmantelamiento, mientras Valdecaballeros, conforme pasaban los años, se preguntaba si había sido sensato dar plantón a un Mr. Marshall energético que prometía ahogar en billetes verdes el pasado doliente de este rincón de la olvidada comarca de la Siberia extremeña.

José García encarna una historia de prosperidad ligada a la central. Llegó en 1982 para incorporarse a unas obras iniciadas a mediados de la década de 1970 y trabajó hasta 1997, ya avanzado el desmantelamiento.

Jubilado en 1999, adquirió la casa que la empresa le proporcionó en la urbanización “Los Encinares”, uno de los poblados levantados para la mano de obra. "El primer reactor estaba al 80%. Quedaba poco. Fue una lástima", dice José mientras observa las ruinas de la central, convertidas en monumental metáfora de lo inútil. Y también de lo caro. Las indemnizaciones a la propiedad: Sevillana de Electricidad e Iberdrola han superado los 2.500 millones de euros, según respuesta parlamentaria de abril de 2006.

"Nosotros no hemos recibido nada. Hay una deuda histórica de 10.000 millones de pesetas [60 millones de euros] en impuestos indirectos. Una subestación eléctrica aún funciona en situación ilegal, sin pagar. Al cerrar, mucha gente fue a la ruina. Y no somos capaces de retener a los jóvenes", resume el alcalde, David Baños (PP), que intenta ahora arrancar al Ministerio de Industria el alquiler de 400 hectáreas de la central para dos termo solares. El PSOE local rema en la misma dirección. "Nos han abandonado", lamenta su portavoz, José Antonio García, que se opuso en su día a la central, pero demanda ahora al poder regional "recursos para un desarrollo económico más gradual".

La sensación de agravio es patente. El anterior alcalde, el socialista Miguel Ángel García, envió a Ibarra un acuerdo plenario en tono casi desesperado. "Valdecaballeros se sacrificó por el bien común", decía el texto, donde detallaba un variopinto catálogo de posibles proyectos que nunca han llegado: un polígono industrial, energías renovables, una playa dulce, una potabilizadora, una depuradora de agua, una residencia de ancianos...

"Está claro que hubo sacrificios", admite Pablo Ramos, coordinador de Ecologistas de Extremadura. "Pero siempre engañan con el tema del empleo. Al principio, son muchos; luego, recortan. Como en Almaraz. Y el riesgo está ahí. Estas cosas dan, pero también quitan", añade. Hubiera quitado mucho a regantes, a agricultores, a ganaderos y al turismo.

También con motivo del 25 aniversario de la Gran Manifestación de Villanueva de la Serena de 1.979, el Diario Regional HOY, publico un artículo, cuyo título EL DIA QUE DESPERTO EXTREMADURA, es bien significativo de lo que supuso la lucha contra la construcción de la Central Nuclear de Valdecaballeros para Extremadura.   

Tal día como hoy, hace 25 años, fue domingo. Un domingo en el que muchos aseguran que Extremadura despertó su conciencia regional. Amanecía septiembre y aquella mañana de 1979 los alrededores de Villanueva de la Serena aparecieron tomados por las fuerzas de seguridad.

El objetivo era impedir que los extremeños participaran en una manifestación no autorizada convocada para protestar en contra de la puesta en marcha de la Central Nuclear de Valdecaballeros. Pero, finalmente, aquella protesta se terminó convirtiendo en la más importante de la historia de la región.

Pero todo comenzó unos días antes, cuando los extremeños conocieron que el Gobierno había dado el visto bueno a la central nuclear. En ese momento, empezó a gestarse un movimiento en las comarcas de La Serena y La Siberia que culminó con el encierro de una veintena de alcaldes en el Ayuntamiento de Villanueva de La Serena. Encierro que sería sólo el inicio de una movilización que se extendió por toda la región y que terminó congregando a 130 alcaldes en el encierro villanovense --120 pacenses y 10 cacereños--.

Paralelamente se había puesto en marcha una importante campaña informativa mediante boletines y panfletos con la que se pretendía advertir a los extremeños sobre las desventajas que suponía para la región contar con una planta nuclear.

Todo ello se concretó en la convocatoria de una manifestación monstruo, así se la denominó en algunos medios de comunicación, que se celebraría en Villanueva el primer día de septiembre. Y el llamamiento surtió efecto... hasta en Europa.

Extremadura se preparaba para aquella mañana de septiembre. Corría el rumor de que la protesta, que no estaba autorizada, sería secundada por miles de extremeños y todo indicaba que la manifestación podría ser una de las mayores protestas en España después de los años de dictadura.

Villanueva amaneció tomada por corresponsales y televisiones de varios países europeos y por las fuerzas de seguridad, que establecieron controles en las carreteras de acceso al municipio para dificultar el paso a los manifestantes que llegaban de todos los puntos de la región.

Pero cuando los agentes daban el alto a los autobuses y coches que se aproximaban a Villanueva, la gente buscaba entradas al municipio caminando campo a través. El goteo de personas fue incesante a lo largo de la mañana, hasta el punto de que la manifestación tuvo que retrasarse.

Más de 35.000 extremeños consiguieron participar en la protesta --otros 10.000 se quedaron en los controles policiales--. La manifestación recorrió las calles villanovense hasta altas horas de la noche para culminar en la Plaza de España, ante el ayuntamiento en el que los alcaldes permanecían encerrados.

Y terminaba el artículo manifestando:

La Central Nuclear de Valdecaballeros nunca llegó a funcionar. Muchos dicen que aquel día de verano, cuando anocheció, Extremadura despertó su conciencia regional.

ANTONIO ELVIRO ARROYO

 

 

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